Creo que si me preguntaras el momento en que volví a
sonreír, te lo contaría juntando todos los detalles. Te podría decir que el
cielo estaba gris, que no había estrellas aunque si miles de deseos, que la
brisa era fría, que podía escuchar cada palabra y descubrir mil cosas ocultas
detrás de cada una. Que me fui a dormir tomando decisiones que me mataban de
miedo, pero a la vez me hacían sentir algo que no podría escribir. Si me
preguntaran ahora, diría que el tiempo no ha pasado y que no soy capaz de encontrar
las mismas cosas en otro ni aunque recorra millones de kilómetros; que hay tantas manos y tantas caricias,... pero el
aire siempre se acaba llenando de las suyas. Yo necesito ese complemento que dé gas a mis alas, el ingrediente secreto que se
esconde solo debajo de la almohada. Y es que al fin y al
cabo, todos llevamos ese nombre de alguien escondido en
cada sonrisa.
Victoria Arbás Benavides, ex-alumna.
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